27 de enero de 2014

¿Qué tal?


Aquel día de noviembre no esperaba volver a verte y ahora, ¿cómo estás? Espero que bien. Espero que alguna vez te acuerdes de mí aunque ya no me veas en ningún sitio. ¿Qué es de mí? Aquí sigo, escribiéndote.  Si quieres que te diga la verdad, no he dejado ni un día de pensar en ti. Es curioso, tanto tiempo sin verte y no dejé de quererte, tu recuerdo parece no ser suficiente pero el tiempo ya nos ha alejado demasiado. Ya no somos aquellos que se querían con locura. Aquellos que no podrían pasar ni un día sin hablar. Aquellos que se necesitaban. Aquellos que ansiaban estar juntos... No somos aquellos, juntos no, por separado yo sí sigo siendo aquella chica. Aquella que compartía todo contigo, solo contigo. Sigo siendo aquella aunque tú no seas el mismo que me regalaba tantas palabras bonitas, tantos sentimientos, tanta calidez. 

Ya ves, aquí estoy diciéndote que sigues siendo el primer pensamiento incluso al despertar, diciéndote que pasa el tiempo y no mis ganas y te mentiría si te dijera que estoy mejor sin ti, que no espero nada o todo que ha ido tan bien como cuando tú estabas a mi lado. Nada ha vuelto a ser igual. Mi vida parece otra historia completamente diferente a la que compartiste conmigo. Ahora parezco solo un espectador y no hay siquiera protagonista alguno que viva cada día con esa misma felicidad que tenía gracias a ti. Sí, a ti.

Pero, te prometo, estoy mejor. Y, si de verdad no lo estoy, necesito creer que sí. Seguramente si te tuviera en frente, tendría ganas de abrazarte, besarte, cuidarte... Tendría ganas de todo contigo. Lo sé. Y, bueno, no me importa que tú lo sepas también, al fin y al cabo, siempre has sabido absolutamente todo de mí. ¿Lo demás? Sigo necesitándote pero también he de decir que no es lo mismo... Me acostumbré fácilmente a ti, me di cuenta de lo especial que ibas a ser en mi vida desde el primer día e incluso hoy, tras 7 meses desde que me apartaste, juraría que sigues siendo solo tú mi más dichosa debilidad. ¿Qué ha cambiado? Tal vez también me estoy acostumbrando a que no estés cuando te necesito, a que no vuelvas más, a que no me busques, a que no sea yo en la que piensas, a la que escribes, con la que alguna vez sueñas. Quizás me acostumbré fácilmente a ti por todo lo que me demostrabas cada dichoso día hasta tal punto de llegar a quererte y ahora me acostumbro a todo lo contrario, a una vida en la que pareces no haber estado nunca, a una realidad que no me gusta tanto como tú. A veces me parece que todo aquello fue un sueño del que me despertaron a patadas... Pero, como te decía, me estoy acostumbrando... Aunque esta vez me estoy acostumbrando a que ya ni te molestes en demostrar, en mirar atrás. 

¿Recuerdas? Antes no querías irte del todo, nunca lo hacías. ¿Quedarte? No, tampoco sabías. ¿Qué pasaba conmigo? Me mareabas... Deseaba tanto que volvieras que me cegaban las ganas y no veía más allá que el deseo de verte regresar. Volvías dos días y yo era la chica más feliz, estabas ahí, pensando en mí. Qué más daba el resto, qué más daba si tú estabas ahí para mí. Era fácil volver a acostumbrarme a esa sensación tan cálida cuando estabas, es la mejor que nunca he sentido y todo por ti... Pero cómo dolía el que de pronto volvieras a desaparecer. Pero así lo hacías.

¿Sabes? Aún no me he arrepentido de los días que he estado esperándote aun creyendo en lo más profundo de mi corazón que no ibas a volver a por esa chica que te lo había dado todo. Algo sí me tranquiliza, por absurdo que te parezca y es que nunca tendrás palabras malas de mí hacia ninguna persona... Lo sabes, no hice nada mal salvo quejarme de que no estabas ya para mí. Tampoco era extraño, ¿no? Te quería, ¿qué más podía hacer? Quería estar CONTIGO, como fuera, donde fuera, cuanto fuera. Siempre te pedí lo mismo que yo te daba y esa costumbre no cesó aunque ya no fuera tu novia. No podía cambiar mi forma de ser de la noche a la mañana porque no aceptaba la idea del cambio que iba a dar todo. No aceptaba que la única persona que había conseguido salvarme fuera la misma que me iba a dejar sola, otra vez. Sola.

Nunca he pensado que lo que vivimos no fue real, es más, siempre he creído que es lo más real que he vivido en estos 19 años. A veces cuesta creer de lo bonito que resultaba todo, lo bonito que era sentir cómo te perdías en mi mirada, lo bonito que era verte y que apareciera una sonrisa en tu rostro, lo bonito que era que te quedaras dormido entre mis brazos, lo bonito que era hablar horas y horas contigo, lo bonito que era besarte hasta desgastarnos, lo bonito que eran los viajes en coche de tu mano, lo bonito que eran los paseos sin saber a dónde ir pero sin importar nada porque estábamos juntos, lo bonito que era habernos encontrados en esa increíble casualidad. Pero qué difícil resulta y qué dolor causa ver cómo ha cambiado, ¿no? Y sobre todo, para mí, además, el pensar que me dijiste que esperara y no volverás, que me dijiste que era única para ti y a saber ahora quién más, que me prometiste que volverías y... Bueno, llevo casi un mes sin saber de ti. Al menos no he vuelto a llorarte tan desconsoladamente... Y qué putada, yo que me prometí hace tanto tiempo no volver a llorar por nadie hasta que mi mundo se vino abajo cuando desapareciste.

Continuamente me preguntan si sigo esperándote. ¿Qué crees? En estas líneas no lo he dicho, simplemente no te he negado que siga queriéndote. Siguen preguntándome si quiero que vuelvas. ¿Si quiero que vuelva la persona que tanto he querido? Mentiría si te dijera que no, pero es cierto que no sería lo mismo. Tal vez, como dicen, las segundas partes nunca fueron buenas pero seguramente me arriesgaría a descubrirlo aunque volviera a caer en todo aquello que he estado pasando este tiempo. ¿Mereces la pena? Sí, por supuesto. Si no merecieras la pena dudo que te escribiera, dudo que sintiera todo esto por ti. Eso sí, nunca quiero meterme en la cabeza la idea de qué pasaría si volverías porque sé que, aunque te quiera, no te recibiría con los brazos abiertos, tendrías que "luchar", volver a ser aquel chico tan increíble que compartió mil momentos conmigo. Y, algo me dice, por doloroso que sea el admitirlo, que nunca ocurrirá. Que nuestra historia ya la cerraste con su principio y final. Pero como te digo, no lo sé. Solo tú lo sabes y me encantaría saberlo.

Ojalá todo fuera más fácil. Ojalá te acordaras de mí alguna vez. No sé... Es curioso, hace tiempo escribí que ansiaba que fuera todo fácil para nosotros, que si tan perfecta era para ti por qué no estabas conmigo, que si yo te curaba por qué tardabas tanto en venir, que si me dejabas acostumbrarme a ti nunca te fueras. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la primera vez que te escribí aquello? Casi dos años... ¿Cuántas cosas hemos vivido? Subidas y bajadas, amor que iba y venía, dudas, deseo.

Increíble.

El 2 de abril hará dos años desde que te conocí y, pese a todo, no los cambiaría. Y si me dieran a elegir, quizás nunca hubiera habido un final para nosotros. Seguiríamos siendo aquella pareja  que luchaba y se quería con esa locura que les caracterizaba y siendo felices, juntos.

Hasta reventar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario