25 de noviembre de 2013

Barcelona se rompió


Aquel sábado, las calles de Barcelona me parecían más frías de lo normal... Quizás el miedo me había calado tan profundo que lo sentía en los rincones más ocultos de mi piel...
Los nervios se apoderaban de mi.
Iba a verle, tras 4 meses y tras haber sido el día anterior aquel en que habríamos hecho un año "oficial", aquel día en el que deseabas con todas tus ganas, que fuera tuya y de nadie más.

Hablamos durante el camino, tras bajar del metro me encontraba aún más perdida entre la gente pero me dijiste dónde estabas. No me dio tiempo a preparar mi cuerpo para cuando te viera porque me diste un leve toque por la derecha y sin mirarte a la cara, te abracé. Pero era unos de esos abrazos distantes.
Apenas hablamos, fuimos con tus amigos y yo temblaba. Sabías que aquel tembleque solo quería decir que me moría de ganas de llorar y de otras cosas contigo. Resistí lo que pude y un pequeño
"Va peque, no me llores... Intentemos estar bien hoy"
Me pudo. Me controlé.

Me mirabas con esa cara de siempre, de tonto por mi, esa cara que solo te dice "te quiero" sin articular ni una mísera palabra, con esa sonrisa que te delata. Me picabas con nuestras tonterías de siempre, te acercabas más de la cuenta... No sé. Llamadme loca, pero todo parecía tan... Normal.

Pasamos una buena tarde pero todo se acaba, teníamos que hablar pero tú decías que te irías a casa, estabas cansado. Nos paramos en unas escaleras junto a tus amigos y una chica vino conmigo a hablar, a día de hoy, es un encanto y me ha ayudado muchísimo a sobrellevar esta carga en escasas 4 semanas casi. Busqué desahogo, y es cierto que lloré.

De pronto apareciste y te agachaste, me rodeaste con las piernas y apoyaste tu cara sobre mi hombro... Te sentí, de pronto te sentí ahí. No te imaginas cuántos recuerdos volvieron a mi...
Ella te insistió en que hablaras conmigo, tú te resistías. Pasó poco tiempo hasta que se fueron y te quedaste hablando conmigo. Desde un principio pensabas en hacerlo, tan solo querías que estuviéramos solos... Como siempre. Te sentaste a mi lado, te miré. Mi miraba escondía muchas palabras pero estaba rota, tardé en hablar, tardé en tener valor para hablar contigo... Aquella sensación de perderme en ti me consumió pero tuve que decirte aquello que toda la tarde había estado pensando... 

* ¿Cómo? ¿Cómo lo has hecho? ¿Cómo te ha resultado tan fácil aparentar que todo está bien...? No lo entiendo, yo me moría de ganas de cualquier cosa contigo...
- Peque... Hice lo que pude, después de tanto, no quería que estuviéramos mal... No quería que fuera incómodo.

Entre tantas y tantas cosas, sollozaba. Te hablé de todo, de cómo me había sentido, de cuántas cosas quise hacer y volvió a aparecer aquel:
- Peque, yo solo te necesitaba cerca. No necesitaba nada de las 50 mil cosas que hacías, te necesitaba así, como ahora, tocarte, sentirte, saber que estás ahí... Nunca se pudo pero al final, entre peleas, piques, me distancié. Me quemaste. Me pesaban demasiado los días en aquel momento y opté por distanciarme de ti, por no contarte nada, por contárselo todo a otra amiga.
* ¿Sabes? Siempre intenté estar aquí para ti. En cuanto me dijiste que me necesitabas, busqué un billete para plantarme aquí y cuidarte todo cuanto necesitaras. Quería apoyarte, quería ser tu refugio cuando te pesaran los días. Me planteé vivir aquí... Pero no... No pudiste esperar, no pudiste ver que quizás el tiempo lo arreglaría todo. No pudiste compartir conmigo tu carga...¿Acaso sabes cuánto duele eso? Me dejaste tirada, hice de todo para nada... Pensé en venir aquí a vivir pero no esperaste, no me diste tiempo. No me necesitabas, me apartaste de tu vida sin más...
- Siempre te necesité, siempre. Echaba de menos todo de ti... pero me quemé....
* Me hiciste mucho daño durante mucho tiempo, ¿lo sabes? Parecía que me decías las cosas sin pensar si quiera cómo podían sentarme, te daba ya exactamente igual cómo yo estuviera.  No importaba más.
- Claro que sé que te hice daño.
* Y no podías... No sé... ¿Agachar la cabeza en aquellos días y haberme pedido perdón?
- No pude. Y, ¿de qué serviría si lo hago ahora? ¿Va a cambiar algo? El daño está hecho, peque.
* ¿Crees que no lo sé? Mejor que nadie lo sé...
- Peque... Lo siento, lo siento por todo...

No supe qué decirte... Tanto tiempo esperando esas palabras pero con distinto final... Supongo que me conformé...

* Vale... Cambien o no las cosas... Al menos sé que a veces te dabas cuenta de lo que me hacías...
- Lo siento...

Se hizo el silencio mientras las lágrimas recorrían mis mejillas.

* Y qué, ¿me has reemplazado?
- No, ella es mi mejor amiga, siempre estuvo ahí.
* Y.... ¿Qué sientes por mi, peque? ¿Qué sientes ahora? ¿Qué has sentido al verme? ¿Te ha hecho feliz verme?
- Peque... Han cambiado un poco las cosas. Te quiero, sí, claro que te quiero... Pero a la baja. Ya no es lo mismo. Al verte claro que me has hecho feliz, pero no creía que fuera a verte de lado -sonreíste-. Pensé que te vería caminando hacia mi o algo, no sé... Ha sido raro.
* Y... Entonces ahora.. ¿Qué?
- Quiero que intentemos ser amigos... La puerta sigue ahí, abierta, nunca se sabe qué puede pasar. Sé que mereces la pena pero necesito tiempo solo, no sé qué puede pasar de aquí a un mes, no sé nada... Tampoco quiero marearte con "novia" o "amiga"... Tú tienes tu sitio especial en mi y mi vida que nadie te va a quitar, es solo tuyo, ahí solo estás tú.
* ....
- ¿Sabes? Bajaré a finales de diciembre o quizás a principios de enero, podremos vernos...

No recuerdo en qué momento me rompí a llorar...
Es bonita esa expresión, ¿no? Rompes a reír o a llorar, solamente eso... Y supongo que a veces vale la pena romperse por esos sentimientos.

Me abrazaste y decidimos irnos, el metro sería el que nos separaría y nos devolvería a aquellos días en los que ya no había un "nosotros".

- Bueno... vamos en direcciones opuestas...

Me miraste de esa forma, de esa dichosa forma como si necesitaras algo, como si te faltara algo, como si... Esperabas que pasara algo.
Nos abrazamos, esa clase de abrazo que solo era nuestro, ese abrazo que gritaba un "QUÉDATE" en silencio. Recostaste tu cabeza en mi, buscando mi cuello y apretabas cada vez más... Parecía que no queríamos separarnos, que queríamos parar allí mismo el tiempo que nos daba igual el resto, lo que pudiera pasar.

Nos separamos pero volviste a coger mi mano, nos volvimos a abrazar.

Tras aquello, me sonreíste... Cómo no, una sonrisa apareció en mis labios... Qué tonta... No puedo evitar que me delate. Te acercaste más de lo esperado pero paraste en seco, me miraste y me diste un beso en la cabeza. Fue muy tierno... Después me miraste y señalaste mi colgante, esa mitad del todo que un día te envié y nunca llegó.

- Eso...
* Ya... Bueno, ya sabes que la otra mitad te la envié, pero nunca llegó...
- Eso no es del todo cierto... Llegó, es más, lo tengo en casa. 
*... ¿Qué?
- A ver... A mi casa nunca llegó. Fui a Correos mil veces cuando me dijiste que lo habías mandado y quizás hacía dos semanas que no había llegado. Les molesté tanto que me dieron tu carta, junto con todo, por pesado...

No sé cómo, pero me abalancé sobre tus brazos y te abracé como nunca. Reía y lloraba a la vez.

- Peque... ¿Ríes o lloras? No entiendo...
* No importa, tú abrázame, peque...

Tocó despedirnos, una vez más. Nuestras despedidas no solían tener fin y esta parecía ser la misma pero con distinto final, esta vez te besé, dos veces, una en cada mejilla. Esa clase de beso que esperas, cual imbécil, que sientas más que ningún otro.
Aún me pregunto cómo me resistí a tus labios cuando los tenía tan cerca.

- Va tira tú primera, que te vea mientras te vas así te veo... Bueno... Te miro mejor.
* Aiis te lo has creído tú, tira que yo vea esos andares...
- Joo... ¿En serio? Tienes que tener cuidado luego por las calles, ¿vale? Tienes que llegar sana, avísame con lo que sea...
* Venga, ya en serio, peque, no te preocupes, estaré bien.

Te ibas alejando, te iba perdiendo. Bajaste esas escaleras con una sonrisa siempre mirando hacia mi. Por poco te caías. La gente nos miraba raro, pensarían que éramos dos locos. Hiciste como que dabas la esquina y volviste a asomarte y, allí seguía yo, hasta que desapareciste completamente.

Al bajar a las vías del metro, allí te vi, recostado en aquel gran cartel de "información". Te observé. No levantabas la mirada del suelo.... Tenía ganas de volver a sentirte. Cogí el móvil y antes de enviarte un "Te quiero", apareció el metro, te perdí de vista y borré aquel mensaje.
Conforme pasaron los minutos, seguimos hablando. Reconocimos que había faltado un beso, que ganas sobraban pero que quizás hubiese sido raro... No me importaba, al menos seguías teniendo ganas de mi.

Al llegar a casa, abrí el neceser que tanto tiempo estuvo contigo y encontré "la pulsera". Aquella que tanto tiempo buscaste, aquella que querías que fuera solo de nosotros dos, aquella cosa especial entre nosotros, aquella igual a la tuya pero en otro color... Te dije lo feliz que era. Nunca entenderé cómo algo tan simple puede causar tan sonrisa.

Decidimos intentar ser amigos, buenos amigos y que el tiempo ya nos diría qué pasaría con nosotros... Te prometí que todo iría a mejor y que quizás volverías a quererme como al principio.

Pero es triste, no todo podía ser tan... Bonito.
No había sitio para esa realidad. 
Se rompió conforme pasaron los días.
Se rompió al siguiente día.
Qué más daba.
Se rompió.



1 comentario:

  1. Una historia preciosa, pero demasiado pesimista, demasiado negativa, triste. Soy de esas personas que por situaciones de la vida piensa que la distancia no hace el olvido, sino que lo hacemos las personas. Igualmente preciosa, que bien escribes! Un beso :)

    ResponderEliminar