31 de octubre de 2013

Explotó, exploté


Aquellas calles de Barcelona cuando llegué estaban vacías de ti. No estabas, qué ingenua al creer por un instante que quizás estarías esperándome como siempre. Qué ingenua al creer en aquel "siempre" hace tiempo que se esfumó. Estuvimos hablando... Me rompiste al decir que lo que sentías por mi ya no era lo mismo, que había cambiado porque yo, sí, yo, te había "quemado". Lloraba como nadie... Te pedía verte. ¿Otra vez rogándote? No me di ni cuenta pero mientras, tú, solo me evitabas. No podías quedar, estabas "ocupado" con tus cosas, trabajando, (y hasta podría llegar a decir que lo entendí más tarde), tu vida esa en la que apenas me encuentro ya, tuviste la cara de decirme que no querías perder el tiempo con algo que ya estaba hablado, no querías perder el tiempo en mí. 
¿Acaso te diste cuenta de lo que aquellas palabras significaron para mi?
¿Acaso sabes cuánto lloré por unas dichosas palabras como esas?
Me cabreaste de tal forma que mi paciencia se esfumó en milésimas de segundo, busqué el desahogo, busqué, cómo no, escribir... Escribirte para que lo leyeras, para que acabara la tortura... Era una mísera idea que no pensaba realizar pero no sé por qué, gente externa tuvo que apoyarme.
Cuando voy a hacer estas cosas, tener esos impulsos, lo último que debería hacer nadie es apoyarlos porque es cuando más inestable estoy, porque es cuando habla una parte de mi que me resulta irreconocible:

"Ten el valor de quemarte una última vez, no hay huevos de leerlo, si es que puedes, y si piensas contestarme que por cosas así te quemé, ahórratelo.
¿Sabes? No iré el sábado, no pienso hacer más. Hice suficiente por ti, sí, sin tú pedirlo pero, la diferencia entre tú y yo era simple. Yo te quería, muchísimo, y daba todo de mi por ti, por tu felicidad, por la esperanza de algún día estar contigo tal y como me decías, por volver a cuidarte, por verte sonreír a mi lado… Me dejaste, tuve que aguantarlo como pude con una situación que no tenía nada que ver conmigo según tú, pero bien que me cayó todo encima en el momento en el que decidiste tú que yo perdía mí tiempo, que teníamos fecha de caducidad. No quisiste arriesgar nada cuando anteriormente ya tuvimos esa conversación, en Abril, y me dijiste que dependería también de mí, de lo que yo quería y de si yo sería capaz de aguantar porque tú estabas dispuesto a ello. Lo dejaste, al final, en una decisión tuya, cuando una relación era de dos. ¿Qué podía hacer? Nada. Conforme pasaban los días, yo seguía ahí. Qué raro, ¿no? Yo te decía que te quería y procuraba demostrártelo cada día que pasaba… Quería seguir ahí, te prometí que estaría ahí porque me dijiste que querías recuperarme si mejoraba todo esto… Tú me pediste que aguantara, tú me dijiste que por favor, que no querías perderme, que era lo mejor que había para ti, que mejor que yo habría muy pocas pero me querías a mi, que yo era cuanto buscabas, que veías todo lo que daba por ti sin siquiera merecerlo, que no querías que me fuera de tu vida, que no querías dejarme ir… 

Tú eras quien decía que no te lo merecías y mientras, yo, seguía ahí un día más.

No me arrepiento de nada de lo que he hecho… Pero me siento engañada. Me prometiste que en el momento en el que cambiara lo que sentías por mi, me lo dirías, sí, me trataste como una "tienda". “Cuando me canse, te aviso”. ¿Qué podía hacerle? No se puede obligar a nadie a quererte pero yo seguí ahí, te mandaba mensajes, tenía detalles, algunos podrían llegar a decir que me humillaba por ti, rechazaba tíos, pensaba solo en ti, me preocupaba cada día y los fines de semana siempre miraba si el domingo estabas conectado para saber que habías llegado bien si es que habías salido.
Aguanté tus malas formas, aguanté que no estuvieras cuando te necesitaba mientras yo por ti sí estaba, aguanté que me trataras como te dio la gana, aguanté que me dijeras que te dejara en paz cuando no había hecho nada, aguanté que nunca agacharas la cabeza para pedir perdón, aguanté que me ignoraras cuando te hablara, aguanté que de pronto fuera una más para ti, aguanté que me dejaras de lado, aguanté que te mandara cartas sin respuesta o con solo indiferencia y desprecio, aguanté que te enviara una carta por tu cumpleaños con todo el cariño posible cuando ya la habías cagado, puse mi corazón en ella, nuestras fotos y lo que sentía para que no significara nada para ti, aguanté que confiara completamente en ti para que me trates ahora así, aguanté abrirme a ti y que fueras el único que me conociera para acabar así, ni bien, aguanté que me sacaras de tu vida a patadas…
Creo que es lo que más puede doler de quien estabas enamorada.

¿Y vienes a decirme que no puedes bajar a Barcelona porque perderías el tiempo conmigo? ¿Perder el tiempo? Conmigo tú no sabes lo que es eso.
Te lo dije, no diré que perdí el tiempo contigo, hice todo lo que quise durante estos meses  por todo lo que decías sentir por mí, pero una vez más me equivoqué, el problema era que solo lo decías. Para ti acabó en el momento en el que me dejaste, según tú “sin siquiera quererlo”, pero lo hiciste, no tuviste ni un momento para mirar atrás y ver qué dejabas allí tirada como si nada. Te pedía cambios, y cambiabas dos días y volvías a lo mismo. Te di tiempo, te di espacio, te di cuanto quisiste y más… Y… ¿No merezco ni siquiera que me digas nada a la cara? ¿Perdona? Esto sí que no va así.
Siempre me dolió tu comportamiento conmigo, ¿por qué? Porque si te ibas o no, a la que más le afectaría sería a mí y no a tus amigos, lo sabías. Me dolía que a mi me trataras tan mal cuando yo soy la que está más receptiva contigo y cada cosa podía hacerme daño. No te parabas a pensar cómo me sentiría con las cosas que decías o con ciertos detalles que tenías hacia mí…

No me arrepiento de nada, no me arrepiento del tiempo que empleé en ti porque te quería…Sí, te quería. Pero sí he de admitir que fui muy gilipollas porque creí en todo lo que me habías dicho, en todos esos "te quiero" tras cortar conmigo, en todos esos “Aguanta peque... Por favor”. No tienes derecho a decir que te quemé. No tienes el más mínimo derecho a culparme… La culpa ha sido desde un principio tuya por no saber nunca apreciar aquello que querías, aquello que buscabas y que por fin tenías. No tienes derecho a decirme que yo saltaba más o menos porque de 30 que podía saltarte, yo sí pensaba en ti y me callaba y te saltaba 1, y ya eso lo veía incluso demasiado. Creo que siempre pensé demasiado cómo podías sentirte… ¿Y tú en mi? La certeza de todo aquello la has roto hoy con algo tan simple como que “no es como antes”. No me quieres como antes.

Nuestra relación no hubiese sido siempre a distancia, tenía pensado vivir en Barcelona el tiempo que fuera necesario, el tiempo que necesitáramos los dos… Quería seguir ahí para ti, cuidarte, hacerte feliz, hacer cuanto estuviera en mi mano para hacerte sentir lo mejor posible. Tanto querer eso, me olvidé de mí, pero no me resulta raro que me pase eso. 
Me enamoraste y son cosas que al final haces sin darte cuenta.

Decías que no querías perderme como amiga, porque era muy buena aunque de novia lo era aún más… Y tenías razón. Siempre he sido lo mejor para ti. Lo mejor.
Si quieres ser feliz sin mi, puedes serlo, es más, lo serás. No te he hecho falta en todo este tiempo porque sino no habría cambiado lo que tú sentías por mi. Porque yo puedo estar quemada, pero merecías la pena, te quería y merecía la pena seguir en una relación que habíamos luchado tanto, tanto tú como yo. Nos lo merecíamos. Te busqué trabajo, te cedí mi casa. Hice todo cuanto pude y más para que no puedas ni decirme las cosas a la cara… Tenía razón cuando te dije que solo sabes huir, es lo que me acabas de demostrar hoy y que en tu vida no soy nada ya, solo alguien con quien compartiste momentos y ahí se quedó.

Lo fuiste todo para mí, lo sabes… No hace falta que te lo diga. Y te quise, mucho más de lo que te podías imaginar. Pero ya va bien, ya hice suficiente. Ya no te pediré si quieres que salga o no definitivamente de tu vida… Ya me toca a mí decidir como me decías en muchas ocasiones.
Y no diré que no fui suficiente para ti, porque fui demasiado para ti. 
Y lo peor es que tuviste miedo de ello.

Y ah, incluso he llegado a pensar que inconscientemente buscabas que pasara esto para evitar dar la cara, para evitar dar explicaciones porque aun ahora, tú sigues sin ser capaz.
Solo me queda decir que aceptes tus problemas y que no vas a encontrar a nadie que de tanto como yo te di, esta situación no la aguanta nadie tantos meses a cambio de nada por alguien que quieres más que nada ni nadie.
No vas a encontrar a nadie mejor que yo, salvo físicamente. Por el resto, nada, y eso lo tengo muy seguro e incluso tú lo sabes porque yo nunca, pero es que nunca, te fallé, nunca te defraudé, siempre di por ti y siempre luché hasta el último momento.

No creo que te arrepientas de nada en un futuro, pero ojalá te des cuenta de lo que has perdido por no saber querer a alguien y por no haber sabido afrontar los problemas con la persona que querías y tanto te quiso ayudar desde un principio conforme pasaban los días y, sí, yo admito que quizás me equivoqué, algunas veces en mi forma de saltar, lo admito, no debí hacerlo cuando estabas mal de por sí, pero yo era capaz de pensar “Está mal, no debería decirle eso" y te pedía perdón. Supongo que el orgullo queda a un lado cuando quieres tanto a alguien.

Gracias por el tiempo en el que me hiciste mejor persona y feliz y me hiciste ver lo que era ser querido con “locura” por alguien y por haberme dado algunos de los mejores momentos que tendré nunca en mi vida. Gracias por haberme hecho creer nuevamente aquel día, por tu apoyo cuando lo necesité antes de todo esto, por las veces que me hiciste reír y sonreír, por las veces que me salvaste, por las veces que conseguías hacer que parara de llorar, por aquellos te quiero que en aquel momento eran verdad, gracias por haber sabido quererme y aceptarme en aquellos días y por hacer que me sintiera bien conmigo misma y me valorara hasta lo que soy hoy. Gracias por hacer que tenga recuerdos de todo aquello que vivimos en fotografías, cartas y notas, una rosa, miles de tonterías que solía guardar,  imanes, la batamanta, la chaqueta, el disco duro y el llavero del gato. Es lo material que nos ha quedado al igual que tú tendrás mis cartas, fotos, el ratón y ese peluche.
Gracias por los buenos recuerdos que quedan y, tranquilo, intentaré recordar siempre a la persona que eras hasta el día 16 de junio de este mismo año porque quien apareció conforme pasaron los meses, no lo reconozco o por lo menos, hoy, no. No sé otro día cuando supere esto y esté mejor e igualmente, no sé si hago bien enviando esto. No sé si lo leerás, no sé ya nada. Solo sé que duele, jode y que todo se esfuma en un momento.

De verdad, se feliz, sin mi en este caso y con todas las personas que sí sepas mantener en tu vida. Que vaya bien, todo cuanto quieras junto a tu familia también.

Y sí, creo que como dices, no hay nada de qué hablar ya… Acabo de desahogar parte de lo que guardo y me parece corto. Pero ya me duele la cabeza y los ojos de llorarte, ya me pesa haberte llorado cada día. Y ya creo que me he roto lo suficiente.
En fin, supongo que si no podías sacar tiempo para mi, creo que ya dijiste bastante claro lo que te merezco la pena y sí, si te alejaste fue por ti, si se acabó fue por ti porque yo estuve dispuesta a hablar normal cada día, a darte los buenos días, a decirte cuánto te quería, a esperarte, a pensarte solo a ti, a seguir dando lo mejor de mi un día más por ti pero parece que no importa ya.

Mañana hará un año de aquel día en el que me pediste que fuera oficialmente tuya, aquel en el que confiabas en nosotros, aquel en el que me deseabas más que a nadie, al fin y al cabo, una fecha más de las que me quedarán por recordar de nosotros.

Y no, esto no es echar en cara, esto es decir lo que siento, algo que nunca estuviste dispuesto a hacer tú tras cortar conmigo pero sí cuando me tenías. Decidiste poner esa pared, decidiste tú alejarte, decidiste tú solo hacer todo esto.

Yo, no hice nada para que acabara así y me imaginaba todas las formas posibles de que esto se acabara… Imaginé todas las formas posibles antes de venir aquí y vine. Querer verte aunque fuera un momento era lo único que necesitaba, cerrar esto cara a cara.
No pudo ser. Y, de nuevo, no por mí.
Ahora sí que te admitiré que fue tu culpa y que no era mía en absoluto tal y como siempre me dijiste. Esta vez sí te daré la razón, nunca está de más creo yo.

Sin decir más, me quedé sin palabras a estas horas.

Adiós."

No hay comentarios:

Publicar un comentario