26 de octubre de 2013

Nuestra historia

¿Recuerdas cómo empezó?

Hace hoy, exactamente 572 días que te conocí en persona... Aquel 2 de Abril de 2012 marcaría un antes y un después en nuestras vidas. Nuestros corazones estaban algo rotos pero aquella sensación al abrazarte aún no ha desaparecido. Algo en nuestro interior terminó de encajar, algo en nuestros corazones se arregló.
Pasamos 4 días inolvidables, íbamos de la mano, nos recorríamos el cuerpo a caricias, nos quedamos solos en la playa de noche mientras te abrazaba porque hacía frío y me habías dado tu chaqueta verde y... El último día dormí a tu lado. Tus labios quedaban a dos centímetros de mí, dos centímetros que me perdían. Un paso que no fuimos capaz de dar pero el dormir abrazados... no sé.... No puedo explicar cómo me sentía pero era feliz, aquella sensación que hacía tanto tiempo que no tenía... Felicidad... Y me la habías dado tú, prácticamente un extraño para mi, una persona que había llegado con su sonrisa de casualidad y, desde entonces, sigue ahí.
Tuviste que volver... Lloraba como nunca antes había llorado por alguien... ¿Cómo podía llorar tanto por alguien que había conocido solo cuatro días? Nunca lo entendí, ni siquiera a día de hoy lo entiendo, pero aquellos días fueron demasiados perfectos, por suerte, para los dos.

Los días pasaron. Hablábamos siempre, nos dábamos los buenos días, nos pusimos motes cariñosos, la curiosidad por los dos aumentaba, las ganas se veían, las tonterías de una pareja normal estaban ahí y aún no éramos nada, buscabas cualquier forma para poder hablar conmigo, para poder pasar conmigo el tiempo, me llamabas, reíamos, estabas siempre que te necesitaba y más... Me ganaste, no sé cómo, lo hiciste. Luego, acordamos una apuesta, dormir juntos. Decía alguien que yo daba mucho calor y ya me empezaste a decir "estufita"... Qué tonto eras...Solo pensaba "Deja de ser así que me pierdo más en ti". Pero no, lo tuyo cada día que pasaba iba en aumento, eras demasiado... No sé, perfectamente imperfecto para mi. Solo tú pudiste ocupar un hueco en mi en aquellos días en los que me veías por cam con esa ropa de andar por casa, despeinada y solo se te ocurría decirme "Así, me encantas más..." 
No sabes cuánto sonreía al ver tu nombre en la pantalla pero, mientras, le negaba al mundo lo que sentía por ti. Me parecía surrealista... ¿Cómo estaba empezando a querer a alguien que solo había visto cuatro días? ¿Cómo podía estar sintiendo inexplicables por alguien que vivía tan lejos?
En serio... ¿Cómo lo hiciste?

Acordamos una fecha, el 13 de Agosto volveríamos a vernos... Esperaba impaciente el paso de los días, quería que ya fuera aquel en el que cogería un avión acompañada y te vería, te abrazaría, te vería sonreír, disfrutaría de ti... No pensaba nada, solo en ti. Nunca me planteé tampoco hacer nada... Tenía miedo, sí, miedo a que todo aquello que estábamos viviendo no significara nada para ti, miedo a que abriera mi corazón a alguien que lo acabaría rompiendo pero un par de días antes no tuviste nada mejor que hacer que decirme " Eres especial para mi, un tema del que no quiero hablar... Es complicado, te lo diré cuando estés aquí". Me mataste. Los nervios escapaban de mi.

Al verte tras bajar del avión, algo en mi quería perderse en ti definitivamente, qué más daba. No paraba de pensar en ti y tu sonrisa al verme y aquel abrazo... Increíble. Te tenía nuevamente a mi lado.
Pasamos el día, la tentación seguía ahí cuando estábamos a solas en el sofá, volviste a estar a dos centímetros de mi pero no pasó nada, no nos arriesgamos. Pero llegó la noche, tras tú haber desaparecido y unas palabras de nuestra amiga como podía ser "¿Te gustaría que estuviera con otra chica?", me hicieron saber que no quería perder más tiempo contigo. Volviste a casa, a las dos de la mañana tras haber ido a correr, tiempo después supe que fue porque no sabías qué hacer ya conmigo, arriesgarte o no, fue divertido.
Subimos a aquella terraza en la que improvisamos abrazos que no acababan nunca, besos en la mejilla más cerca de los labios de lo que pensaba y caricias que me hacían temblar. Bajamos las escaleras y dormimos juntos por la apuesta... ¿Dormir? ¿Tú y yo? No pudo ser. Me tiraste a la cama y comenzaste a hacerme cosquillas y de pronto, te encontré encima de mi con tus ojos clavados en los míos y te acercaste poco a poco.... Me besaste. Nos besamos. Nos terminamos de perder...
Por la mañana allí estábamos tú y yo, abrazados, sonriendo, volviéndonos a besar como si lo perdiéramos todo al minuto siguiente.
Aquellos días fueron perfectos, vivimos todo lo que quisimos, disfrutamos cuanto pudimos, hablábamos de todo, de aquello que sentimos mientras estábamos separados, de tu inseguridad porque nunca confiaste en algo a distancia pero yo era diferente, de tus ganas de mi, de todo conmigo.
Me dijiste que no serías capaz de decirme te quiero, quizás no tan pronto, no querías que me resultara extraño, volvías a tener miedo... Pero... La noche antes de irme, mientras estaba sentada por la noche en el patio, viniste. Me abrazaste, me besaste y lloré. No quería que aquello acabara, no quería que aquellos días se esfumaran, no quería volver a la realidad en la que no estabas tú cada día.
¿Recuerdas qué dijiste en mitad de mi llanto?
"Te quiero peque, no llores, no se acabará esto... Te quiero"
Volviste a matarme... ¿Por qué no dejaba mi corazón de latir tan alocadamente?

Me terminé de perder en ti, no te respondí a aquello, no supe cómo hacerlo.

Llegamos a la habitación mientras abajo estaban todos locos, tus amigos daban vueltas y tú y yo solo queríamos estar a solas... Comenzaste a recorrer de nuevo mi cuerpo a besos y la ropa era algo que empezaba a sobrar. Te pusiste encima de mi. Te paré. Te coloqué los brazos alrededor del cuello. Volvimos a mirarnos como la primera vez y... Te lo dije... "Quizás es pronto, quizás no debería... Pero... Te quiero" Dichosos tus besos apasionados tras aquello...

La hora de vuelta se acercaba, el llanto comenzaba, tus abrazos se hacían cada vez más fuertes, como retrasando lo inevitable. Quisimos detener el tiempo en aquellos días tantas y tantas veces... No pudo ser. Las puertas del aeropuerto nos separaban y allí estabas, tras ellas, llorando. Me partiste el corazón, dejé allí una mitad contigo. Te la quedaste solo para ti y me volviste a decir "Te quiero".

Nuestra historia no comenzó ahí pero continuaría con el paso de los días que seguían siendo tan perfectos como siempre porque estabas tú, solo tú. Porque éramos solo tú y yo.
Las etiquetas no eran lo nuestro, el decir "novios" no iba con nosotros. Tú seguías teniendo miedo de todo aquello. La confianza era algo que tiempo atrás te habían roto pero yo, como decías, era diferente. Te lo demostraba cada día que pasaba. Pero no tardaste en decirme aquel 1 de Noviembre, cuando volví a las calles de Barcelona, que querías que fuera tu novia, que querías que fuera solo tuya. 
Aquella noche fue perfecta, tú y yo en la cama y me lo dijiste. Te comí a besos, no podía parar de sonreír y no solo por el hecho de que fuera tuya sino porque confiabas en lo nuestro, confiabas en mi, confiabas en un futuro juntos... Demasiadas cosas hicieron ese momento perfecto y luego nos esperaba en el salón la cena junto a una película y velas que habías preparado... Maldito eras... Y cómo te quería.

Volviste a mi a finales de año, solo querías pasarlo conmigo. Querías terminar conmigo el año, empezar uno nuevo con un beso mío y seguir juntos por mucho tiempo. Pasaron los días y el día 2 teníamos preparada una habitación de hotel. Quería estar a tu lado, a solas, a tientas, a todo. Qué más daba si eras tú.

A veces, cuando me ducho, recuerdo cómo en aquella habitación pegabas a mi puerta y un dulce "Va, Mimi, sal... Quiero un beso... Porfi...Venga sal..." No habías terminado apenas de hablar cuando abrí la puerta aún con la toalla y me besaste. Te encantó aquel detalle y me decías lo bonita que estaba incluso así.

¿Cómo no iba a quererte?

Volvíamos a vernos conforme pasaban los meses, no aguantábamos mucho separados y, a veces, un mes, nos parecía demasiado tiempo. Por suerte, buscábamos cualquier forma de sentirnos cerca con las llamadas, la cam, fotos, tonterías nuestras incluso de lejos. En febrero subí, un fin de semana pero daba igual, la cuestión era verte, sentirte. Recuerdo cómo todo lo malo que nos pasara se esfumaba en cuanto nos besábamos al vernos. Marzo volví a tu lado y después Abril llegó y viniste a visitarme 4 preciosos días que quise que te sintieras más especial que nunca. 

Me enamoraste sin darte cuenta siquiera. Todo lo que me decías, todo lo que me demostrabas, todo lo que escribías de nosotros, de aquello que sentías, de aquello que solo querías conmigo... Era difícil no enamorarse de ti.

Llegó Junio... No fueron nuestros mejores días, he de admitirlo, pero los que había buenos eran perfectos. Fueron 11 días a tu lado pero, algo pasaba. Algo no admitías. Algo iba mal... Antes de separarnos tras hacernos aquella última fotografía, ya te sentía lejos... 
Y, así fue.
La situación familiar desmoronaba tu vida. Te rompía....
No volveré a contar aquel problema, ya escribí sobre él en otras ocasiones.
La semana siguiente de volver, romperías conmigo. Se acabaría aquel sueño por el que tanto luchamos. Nos queríamos, muchísimo. Queríamos estar juntos cada día pero te pesó aquella situación.
Me prometiste que volverías, me prometiste que seguirías luchando, me prometiste que volverías a recuperarme en cuanto la situación mejorara... Te esperé. Querías que te esperara. Querías que fuera solo tuya y así seguí...
Pasaban los días y, al principio, parecía que nada había cambiado. El paso de las semanas, después, no podía decir lo mismo. No parecías tú...
¿Dónde estaba ese chico del que me enamoré?

A día de hoy, a 4 días de volver a regresar a Barcelona para quizás verte, no sé quién eres. Pareces un desconocido con el que compartí absolutamente todo de mi. Por quien di todo y más. Por quien luchaba cada día, a quien quería hacer feliz, a quien defendía del resto, a quien le buscaba cualquier cosa para poder seguir aquí... Y, ¿sabes? Continúo haciéndolo. Pero como ya conté en la última entrada, dices haberte cansado, de qué, eso espero saber cuando regrese.

No sé qué pasará cuando vaya, cuando te vea (si es que te veo), no sé si tendrás tiempo para mi. Pero hoy, puedo decir que no espero encontrar a aquel chico que abría su corazón completamente a mi. No espero encontrarlo, no espero un abrazo, no espero un beso de despedida. La angustia me invade....
Es verdad... Te quiero demasiado. Te sigo queriendo demasiado aunque me digas que no lo mereces.... Pero... Y tú...  ¿Me sigues queriendo?

Qué putada que la única certeza que tenía en mi vida desde aquel 14 de Agosto quizás se haya esfumado para siempre...

Te quiero... Te quiero... No quiero escribir te quise... Por favor.... ¿Dónde estás? Sé que sigues ahí, detrás de este muro que tú mismo construiste por miedo nuevamente. Por favor... Vuelve una última vez.

Solo tuya... Sigo aquí.

No sé si te habrás dado cuenta, pero el miedo, en muchas ocasiones ha estado ahí... Lo superaste y ahora... ¿Por qué no? Ojalá lo intentes, mi pequeña felicidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario