9 de octubre de 2016

A ti, que te lo escribiría todo

No entiendo las razones que me han llevado a esto pero empiezo a considerarte mi pequeña inspiración, aquella que logra que despierten miles de sentimientos que puedo plasmar en palabras, las mejores que mi corazón podrían gritar(te). 

Y se debe a ti, solo a ti.

A veces te odio, no puedo evitarlo, no quiero. Haces que se forme en mí una sonrisa con solo verte al otro lado; la culpa es de esa dichosa pantalla que no me deja rozarte. Ojalá pudiera, ojalá. Y te pregunto: ¿Por qué vienes y rompes mis esquemas? ¿Por qué te dejo hacerlo? ¿Por qué te convertiste en mi dichosa debilidad..? Cuentan que lo peor es que lo sabes, lo sé y lo sabemos y no puedo decirte si quiera si necesito evitarlo.

Vienes y me revientas las cicatrices. 
Vienes y me reconstruyes. 
Vienes y creas algo en mí.
Vienes y sonrío.
Vienes y dudas.
Vienes y dudo.
Vienes.
Te marchas.
Y vuelves.


¿Por qué nunca te marchas del todo?
¿Por qué nunca te quedas sin miedos?
¿Por qué nos metimos de lleno en esto?


Quizás es una simple película de una chica de 22 años cuyo guión aún le sorprende.
Cuyo guión aún siente.
Evité tanto esto...

Me aferro a mi presente, con uñas y dientes, una parte de mí te juro que así lo siente. Me quieren como una vez quise; quiero pero no como antes. Quiero pero no como una vez te quise.

¿Y la otra parte? 

Grita muy bajito que algo pase. Grita que quiere sentirte, quiere ver qué hay detrás de todo esto.

Sí o no, que acaben los juegos, que me desarmes, que dejes de tentarme.
Sí o no, ven, pero ojalá nunca te marches.


Y si algún día pasas por mi lado, te juro,
no podré evitar girarme.
Hasta llegar a ti.

Porque no puedo soltarte.




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