22 de agosto de 2012

Te quiero.



¿Miedo? El miedo me ha ido acompañando toda mi vida y hoy puedo decir que lo he dejado, en parte, atrás... El miedo a arriesgarme, a luchar por lo que quiero... El miedo a tantas y tantas cosas... ¿Por qué? Porque me hiciste volver a creer que todo lo malo puede quedar atrás. Que todo por lo que he pasado me ha llevado a esto, a estar contigo y solo contigo... Sí, a estar a tu lado y no querer separarme; a odiar la distancia y el tiempo que nos separa.


Una vez tan solo me hicieron falta 4 días para darme cuenta de que de una forma u otra serías una parte importante en mi vida. Tiempo después, en 118 días te hiciste notar cada vez más en cada conversación, con cada comentario que hacías, cada idea que dejabas en el aire y nos hacíamos los locos…Sentí que cada vez que estabas mal, algo en mí no acababa de encajar, era extraño todo eso para mí pero fue lo que pasó. Me encantaban tus buenos días, tus susurros e incluso me sorprendía lo fácil que era hablar contigo de lo que fuera, las ganas que tenía de hacerlo y de que supieras todo lo que esta mente caótica guardaba. Los días pasaban y aquel en el que te vería estaba cada vez más cerca; ni te imaginas cómo los pasaba, la de vueltas que daba mi cabeza intentando aferrarse a la mínima idea de que nada bueno acabaría pasando por miedo a que yo me hubiese hecho falsas ilusiones, a que tus palabras fueran mentira y quizás eras así con todas. Me aferraba a aquella idea en la que dijiste que dejarías de confiar y que la distancia era algo que te resultaba imposible de soportar...

El primer día al verte ya era feliz y conforme la tarde pasaba algo en mí cambió y, lo creas o no, me iba poniendo cada vez más nerviosa. Quería preguntarte el porqué me considerabas especial y seguir ilusionándome porque quizás las palabras no fueran necesaria... 
Cuando vi que no estabas en casa no hacía más que pensar que quizás no tenía que preguntar, que no era el momento; pero quise esperar a que llegaras porque si algo bueno pasaba desde el principio, no quería dejar que por ese absurdo miedo de no aprovechar el momento, los días pasaran y perdiera el tiempo que nunca quise perder. Llegaste, sonreíste y subimos a lo alto de aquella casa. 
Aquellos abrazos interminables, aquel baile improvisado mientras me aferraba a tu cuello y tú a mi cintura, tu susurro y la forma en la que me mirabas me hicieron pensar que sí sentías lo mismo que yo y que por primera vez todo iba a salir bien... Un cielo estrellado fue testigo de las intenciones, aunque pareciera algo que parecía evitar pero era curioso ver cómo lo intentabas y, después, una habitación de los besos más dulces  y de las caricias más ansiadas que escondían todas aquellas razones que quise conocer una vez... 


No me equivocaba y si lo hacía, era el único error 

que esperaría cometer una y mil veces si fuera necesario.


Tu beso... Sí, aquel tan cálido, fue el mejor beso que jamás me hubieran podido dar. Quizás esté loca, pero aún recuerdo que eran las 2 de la madrugada y tus dientes rozaban un poco mis labios. Me encantó esa sensación y cómo te parabas cuando, debido a nuestras ansias, nuestros dientes chocaban... Aquella imagen de cómo te parabas y me acariciabas, cómo me apartabas el cabello de la cara y cómo te quedabas mirando fijamente a mis ojos para luego acabar acercando mi rostro lentamente para volverme a besar sin dejar que mi voz articulara palabra alguna no se logra borrar de mi mente tan fácilmente.



La espera tan interminable y los sentimientos que una vez juré quedarían guardados en aquella noche tan especial... Quedarían guardados en una noche que empezó con risas y terminó con la más dulce tentación de perderme más en ti e intentar parar el tiempo, como bien acordamos una vez, para que aquel momento fuera interminable.


     Gracias por hacerme sentir tan feliz.
                     Gracias por no rendirte conmigo. 
                                            Gracias por pensar solo en mi.
                                                              Gracias por ser la parte favorita de mi vida.

Y, así, pasaban las horas y las ganas de estar cerca de ti en numerosas ocasiones aumentaban y cuando se te ocurrió aquella "palabra"…Qué loco estabas y aunque sonaba rara, la hacía especial el hecho de que era nuestra, y qué más daba si así podía estar contigo a solas un poco más.
Me encantó tu sonrisa en aquel momento. 
Te juro que aún la recuerdo claramente. 


Cuando algo dentro de mi bajó a la realidad, me di cuenta de que quedaban pocos días para irnos. La angustia se cebó conmigo. Quería seguir viéndote por las mañanas, decirte tonto por los comentarios, reírme y besarte; quería abrazarte por la noche y que te despertaras y me abrazaras; quería seguir encontrándote por el pasillo y agarrarme a ti mientras me callabas con un beso; quería que me sorprendieras por la espalda dándome un sutil beso en el cuello; quería mirarte a los ojos porque tienen algo que hacen que me pierda; quería hacer lo posible para que fueras feliz cuando estabas conmigo y que no te sintieras solo… Quería y quiero aún demasiadas cosas. 

Y...Gracias por no soltarme cuando lloraba, gracias por tranquilizarme a besos, gracias por cada palabra y por ese “te quiero” tan sincero cuando me derrumbé.




De camino al aeropuerto, el mundo tan especial que habías creado para nosotros se iba derrumbando poco a poco... Tuvimos una despedida breve por ciertas circunstancias y cada paso que me alejaba de ti se sentía más lejano de lo que realmente era. Buscabas entre la gente el poder vernos unos segundos más, el poder verme y articular un "te quiero" que hizo que mi alma se partiera en dos. Allí te aseguro que se quedó una parte y en el momento en el que dejé de verte ya empecé a echarte de menos.
El viaje de vuelta se hizo insoportable... 
Las ganas de seguir en aquel mundo escapaban a mi control...


Pero te prometo que esperaré cada día 

hasta volver a verte.

Necesitaba escribir todo esto y desahogarme entre lágrimas que reprimí. Solo acabaré diciéndote que te quede claro que no me importa la distancia si vas a ser tú el que esté tras ella, no me importa el tiempo si te voy a volver a ver, no me importa coger un avión para verte, no me importa lo que me digan… Quiero seguir ahí para ti y para todo el tiempo que sea posible
Me encantó aquella idea de empezar el año juntos, de pasarlo y acabarlo... 
Y, como ya te dije, aunque sea pronto...
Te quiero, pequeño.

Desde que apareciste, hiciste que mi vida fuera más especial haciéndome sentir lo que nunca pensaba que fuera posible y, como bien sabes, me hiciste volver a creer.





Aunque no te gusten las fechas... Cierto día 14, hiciste que mi vida cambiara por completo.
Gracias.



2 comentarios:

  1. Precioso, simplemente. "No me importa la distancia si vas a ser tú el que esté tras ella". Ánimo cariño, y fuerza, sé y sabes que las relaciones a distancias son duras, muy duras, pero si ese 'te quiero' es verdadero cuando cruces esos jodidos metros él te estará esperando, ¿que importará todo lo demás?
    Sé feliz. Te lo mereces.

    ResponderEliminar
  2. Me encantas... Osea, lo tuyo si que es amor, lo otro son tonterias..

    ResponderEliminar